sábado, 7 de mayo de 2011

El glorioso inspirado

Muchas cosas se han dicho de las influencias que tuvo nuestro poeta Rubén Darío para que se llegara a formar y consolidar en la enorme figura literaria que es, incluso él proporciona numerosas indicaciones acerca de las fuentes y la amplitud de su educación. Ya lo he dicho antes, definir a un artista no es tarea fácil y tratar de explicar la fase formativa de un magno literario como Darío es todo un desafío; sin embargo lo que pretendo es reseñar y mencionar de forma breve aquellos autores y circunstancias que sirvieron de inspiración y motivo recurrente en su creación literaria.

La apasionante espiritualidad y excelsa inspiración de Darío comienza en un medio propicio como León. Basta remontarse a la época, ese siglo XIX en el que ésta ciudad, más que ahora, era un símbolo de religiosidad, devoción y mito. León guardaba esos vestigios coloniales que impactarán su vida. Sufría de terrores nocturnos y de pesadillas, que tejía las historias de aparecidos  que le contaban un sirviente, el indio Goyo, una criada mulata, Serapia y su abuelo que vivía con él. De esta manera fue absorbiendo la tradición hispánica, el pasado indígena y afro-americano.

El primero que lo llama cosmopolita es Juan Valera en sus cartas sobre “Azul…”, y esta palabra  define en gran manera el espíritu literario de Rubén, pues lo tachan de que en él hay influencia de todo, pero difícilmente encuentran rasgos de copia de algo o alguien, debido a la extensa cultura que está como base de su creación eminentemente artística.

Para la opinión de Samuel Borne Rubén Darío “conocía bien los clásicos griegos y latinos, mostraba sus preferencias por Anacreonte, por Virgilio, Ovidio y Juvenal. Poseía gran bagaje de literatura española, se decía admirador de Santa Teresa y de Fray Luis de León”.

Esto devela la amplia gama de escritores a los que había leído y su inagotable sed de conocimiento que lo llevó a leer tempranamente a las grandes joyas de la literatura universal, tal es el caso de  Las mil y una noches de Moratín, el Quijote, y, por supuesto, la Biblia. Las referencias a Cervantes son constantes en la obra dariana. “Rey de los hidalgos, señor de los tristes, que, de fuerza alientas, y de ensueños vistes…” (Poema El Libro RD).   A los escritores Lope de Vega y Ruiz de Alarcón suelen ubicarlos en sus lecturas tempranas.

El tono poético y filosófico de sus escritos, algunos estudiosos como Charles D. Watland se lo atribuyen al dramaturgo español favorito de Rubén: Calderón. Y no es de extrañarse, entonces, que pudo haber extraído los ricos perfumes, las telas celestiales, las adorables princesas, lo misterioso y sobrenatural, lo sensual y lo exótico; y la forma tan soberbia de narrar de: Las mil y una noches

En un artículo para La Nación Rubén Darío acepta que Las mil y una noches, es su libro favorito: “De mí diré que libro alguno ha libertado en mi espíritu las fatigas de la vida común…” y lo describe y elogia como sólo él sabía hacerlo “… su aroma es sedativo, sus efluvios benignos.” 

También se especula que su posición moral (no hipócrita) sea influencia de De officcii, de Cicerón, sin embargo tamizado por su propio pensamiento y así lo manifestó sabiamente en un artículo publicado en La Nación el 8 de diciembre de 1900, en ocasión de la muerte de Oscar Wilde: “Este mártir de su propia excentricidad y de la honorable Inglaterra, aprendió duramente…que la vida es seria, que la pose es peligrosa, que la literatura, por más que se sueñe, no puede separase de la vida…, y que a la sociedad…, hay que tenerle, ya que no respeto, siquiera temor; porque, si no, la sociedad sacude; pone la mano al cuello, aprieta, ahoga, aplasta”(citado por Watland). Es inevitable entrever su posición moral e ideales o pensamientos sobre la realidad literaria, ya que Wilde fue condenado por prácticas homosexuales en aquel tiempo.

Es Darío, sin duda, complejo y polifacético. Y es evidente que los primeros libros que lee proyectan  una eterna luz sobre su vida, que permanece latente en cada uno de sus escritos. 

El espíritu de librepensador lo inspirarían sus lecturas de Voltaire y Girardín, pues en la obra dariana hay una tajante oposición a las ideas establecidas, tanto de la iglesia como del estado, así como las críticas sobre estos temas. Él es anticlerical, pero no antirreligioso, es decir, va contra la corrupción sacerdotal, pero nunca contra Jesucristo.

No sólo un estudioso de Darío ha dicho que posee influencias de escritores franceses, especialmente, de Víctor Hugo; pues debió haber leído la poesía, narrativa y teatro de los franceses, porque Rubén es el primero en adaptar la versificación francesa a sus poemas. Es “De Víctor Hugo y la tumba” el primer escrito en que ensaya el alejandrino huguesco. De igual manera, menciona al célebre escritor francés en el poema Momotombo y se puede constatar la influencia de éste  en el poema El arte y La cabeza del Rawí y Alí.

Cabe destacar, que tuvo una enorme influencia de la mitología Grecolatina. Ya en principio mencioné a Ovidio y es probable que tomara de su libro Las metamorfosis muchas historias que enriquecerán y afirmarán su cosmopolitismo. No por gusto El Dr. Gilberto Bergman Padilla, diplomático de Nicaragua, publicara en el 2002 un libro titulado Las musas de Darío, en el que recopila algunos poemas del modernista  donde hace alusión a todo ese mundo esotérico y mitológico, como la famosa Balada en honor a las musas. En cuentos como La Ninfa, podemos percibir toda esa mitología griega siempre marcada por su original estilo.

Para finalizar, es importante mencionar las influencias personales de carácter literario como Felipe Ibarra, José Leonard (que lo motivó hacia las lecturas de autores franceses) y los padres jesuitas que contribuyeron a su educación formal, aunque gran parte de su formación se debió a su fuerza de voluntad de una forma autodidacta.

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