El suicidio más largo de la historia
no fue el de Montgomery Clift
esa noche de mi cumpleaños veintisiete
toda locura toda risa
temía mucho por mí
que aquellos champagne
que aquel espumante
que esa noche nunca hubiera pasado
reclamaba mi crédito
mi único derecho a equivocarme
toda una vida de silencio
sin respirar
escondido
tratando de caminar en línea recta
sobre la senda trazada
pero un momento
una toma de confianza
exceso o ausencia de fe
viendo la exhumación de la libertad
un instante de liberación
Pudo ser un accidente
los dientes atravesados
lengua salivante sobre la sangre espesa
tanta belleza ignorada, pasada por alto
la aceptación que nunca llegó puesta en escena
Sostuve con toda mi esperanza
aquella torta fría de mis veintisiete
y soplé con miedo las velas,
sabiendo en el fondo que los
deseos de cumpleaños nunca se cumplen
y arrepentirnos no sirve de nada
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