lunes, 15 de septiembre de 2014

Esos pequeños-grandes descubrimientos



A Cameron, por todo lo bueno… 

Esto debería llamarse “Metafísica de esos pequeños descubrimientos que resultan ser grandes acontecimientos olvidados”; pero la vida tiene que decirse y sentirse breve para-sentir-cosas-grandes. Hablo de sentimientos, por supuesto. Sensaciones. Instantes memorables y hermosos que luego uno se olvida. 

Qué tal cuando nuestra vida cobró sentido de placer consciente. Cuando supe que podía disfrutar del placer que me provocaba mi cuerpo. Mi boca. Ese acto casi fugaz en el que descubrí el placer de comerme un chocolate.  Y ese “¡ay qué es esto horrible que quema mi garganta!” cuando probamos el primer trago y supimos que, en algún momento, volveríamos por otro.

Pienso también en cuando empezamos a tomar cerveza y estuvimos todo el rato sentados que, después de seis litros, quisimos ir al baño y recordamos “el mundo al revés” que jugábamos chiquitos:  nos sentimos auténticos borrachos perdidos entre sombras. 

Sí, claro, cómo olvidar cuando descubrí el placer de besar. De besarte. Era un impulso. Como la fuerza de gravedad. No había que pensarlo. Solos estábamos ahí viéndonos y hablando, hablando y viéndonos, entre silencios equivalentes a largos, cortos y húmedos besos. Era así.

Fotografía by Waldir Ruiz

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