miércoles, 10 de febrero de 2021

Pies descalzos, sueños blancos (post conmemorativo)

 


Hace 25 años una joven Shakira, con el pelo alaciado y negro se daba a conocer en Latinoamérica con un álbum contundente, circular, sin ninguna canción que se prestara a skip, con letras que te dejaban pensando y con rimas pegadizas que se fundían en una voz potente entre un vibrato y un yodelling desangelado e inusual en las cantantes baladistas de la época. Una Shakira de 18 años con un fondo floreado y una mirada retraída se presentaba descalza con su guitarra a cuestas ante el mundo. Iniciaba una de las carreras más hermosas y consolidadas en la industria musical en Latinoamérica y el mundo.

Recuerdo tener seis años, sacarme el uniforme después del colegio y tirarme al piso viendo al techo mientras sonaba el casette de Pies descalzos que mi mama le había comprado a algún vendedor ambulante para mi hermana. Es increíble cómo las canciones nos marcan a esa edad. Recuerdo quedarme maravillado en aquel silencio hermoso que se generaba cuando la voz de ella rompía al medio del álbum cantando casi a capella Cada día pienso en ti/ Pienso un poco más en ti.  Sin duda, toda una experiencia.

A diferencia del hate que mucha gente le tira a Shakira con excusas tontas como por qué se pintó el pelo de rubio, por qué baila, que por qué ya no hace rock pop y todo el montón de nimiedades es porque simplemente no les gusta que una mujer latinoamericana meta hit tras hit sin perder relevancia. Es porque la misoginia cultural es enorme y no les gusta reconocer todo el trabajo creativo de la discografía completa de Shakira, con una carrera sólida donde ha experimentado musicalmente cuanto ha querido, colaborando con personalidades como Mercedes Soza, pasando por Gustavo Cerati, Jorge Drexler, Beyoncé y Maluma. Muy pocas pueden ostentar esa diversidad de experimentación.

Y bueno, nunca falta quien quiera compararla con otras cantautoras que no mezclan sensualidad en su performance y sólo diré: ¿2021 y seguimos comparando mujeres?  El baile y la sensualidad dentro del performance artístico de una mujer no la hacen talentosamente menos creíbles que las que no lo hacen, así que bájenle el volumen a su racismo, moralismo y misoginia, y súbanle el volumen a loba, loca y rabiosa. Chau. 


 

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