Vengo leyendo este libro
desde septiembre del año pasado, cuando Raúl, mi amigo que me lo había estado
sugiriendo, finalmente me lo entregó una tarde que nos juntamos a celebrar el
inicio de la primavera/el fin del invierno. “Este guaso me recuerda a vos todo
el tiempo” me había dicho el Raúl. Yo lo leí muy de a poco. No soy cinéfilo y
mis acercamientos al cine de autor han sido más espontáneos y de suerte que de
decisiones [porque sí tengo amigos cinéfilos]. El asunto es que de John Waters
sólo conocía y había visto la película Pink
Flamingos.
No era fan de él y me interesaba más como un
artista homosexual con un contenido suficientemente subversivo para mí claro
está. Honestamente, eso de “los modelos de conducta” es algo que hasta el día
de hoy sólo se lo escucho decir a [figuras] estadounidenses. “Busca un modelo
de conducta y aprende de lo que él ha hecho para ser quién es y alcanzar sus
objetivos” algo así va el verso. Un empujón y se cae en la autoayuda, pero
menos mal que no es tan así.
Este libro de John Waters es más bien un reconocimiento personal que él hace de
sus influencias como artista y cineasta. Y lo que ofrece es un relato
interesante que ronda lo anecdótico repasando cada aspecto y cada una de las
personas que sacudieron su espíritu artístico y su vida para poder producir
toda la filmografía bizarra con la que cuenta hoy en día.
Unos momentos memorables
durante la lectura fueron sus anécdotas con los seres humanos anónimos de Baltimore, su ciudad; y, cómo estos
perfiles de personajes anónimos aparecen reflejados en muchos personajes de sus
películas. Me encanta cómo explora la ciudad y la mirada que ofrece de estos
personajes. El repaso por sus artistas contemporáneos favoritos y su faceta de
coleccionista. Amé su capítulo dedicado al porno
outsider y a sus libros favoritos. Me ha quedado una lista de películas que
ver y libros que leer. Pero lo que más me encanta es su sarcasmo, acidez, humor
y su homosexualidad a todo lo que da tras cada hoja.
Pd: Yo también creo que esos
hombres que se atreven a decirle a las mujeres qué hacer con sus cuerpos son
repugnantes. Sí, esos mismos repugnantemente homofóbicos. Los odio.
hay, quiero conocer a Raul ...
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