¿Quién ha visto el rostro de Dios?

¡Yo sí!, yo he visto el verdadero rostro de Dios… 

… y me lo habían mostrado prefabricado, con sus facciones definidas, con instrucciones, con una lista de deberes y otra de sacrificios que luchaba contra la imagen que veía, así como una foto gris que se difuminaba en mis sueños húmedos, en mis recuerdos de niñez, y huía y volvía con fuerza al unísono en mi adolescencia…
  

Claro que lo he visto. Se ha presentado ante mí con rostro de mujer y también de hombre. Indistintamente. Nunca he sabido cuándo termina un rostro ni cuándo empieza el otro… Sí, y pensé que no existía. Pero he visto el rostro de Dios…

Cuando miro en tus pupilas, cuando contemplo la claridad que tienen las  plantas de tus pies, la palma de tu mano. En la espesura de tu barba, la redondez de tus labios, el color de tu piel…  

 No tiene rostro de líder, ni tiene rostro de siervo. Sólo te miro y sé que Dios no dejó de existir. Y si tuviera rostro… fuera el tuyo.